Policiales Ocurrió en Mendoza

Un patovica, un boliche y una empresa de seguridad indemnizarán a joven abusada

Deberán indemnizar con $ 17 millones a la víctima. El agresor sexual cumple una condena de 8 años de prisión, tras ser condenado en marzo de 2020 por el ataque cometido en la disco en la localidad mendocina de Maipú.
Un patovica violador, el boliche El Santo de Maipú y la empresa de seguridad Silver Servicios y Seguridad S.A. deberán indemnizar con un monto millonario a una joven que fue abusada en la discoteca en diciembre de 2018, cuando tenía 18 años.
El hecho ya fue juzgado penalmente: el autor, Eric Emanuel Calderón Rearte (29), fue condenado en marzo de 2020 a 8 años de prisión por el delito de abuso sexual simple y abuso sexual con acceso carnal.

Según la demanda civil, el 22 de diciembre de 2018, una chica de 18 años fue a bailar con un grupo de amigas a “El Santo Disco”, ubicado en Juan Isidro Maza al 1300 de Rodeo del Medio. Horas más tarde, ya a las 4 de la madrugada del día siguiente, la joven fue al estacionamiento del boliche junto a un chico con el que había estado bailando toda la noche y se detuvo a esperar que salieran sus amigas.

Estaba charlando con el muchacho cuando apareció Calderón Rearte, con vestimenta típica de seguridad del lugar, y tras decirle algunas cosas fuera de lugar, le tocó los senos a la chica. Entonces la joven, desesperada, salió corriendo y se tropezó, lastimándose las rodillas.
El chico que la acompañaba la socorrió y la llevó a la enfermería de la disco para que la curaran y luego se fue porque la gente con la que había ido se estaba yendo.
Sola, la joven llamó a sus amigas que le dijeron que volviera a entrar porque una ellas estaba descompuesta. Entonces la muchacha fue a la puerta del boliche, pero el patovica, luego de escuchar que iba a rescatar a una amiga, le negó el ingreso. En ese momento volvió a aparecer en escena Calderón y le ofreció ingresar al lugar por una puerta exclusiva para el personal.

La joven aceptó la propuesta ya que sus amigas continuaban llamándola y lo siguió nuevamente hacia el sector del estacionamiento. Allí el patovica comenzó a golpear unas rejas, la inmovilizó y “la alzó como si fuera un bebé, apoyándola en un árbol” para luego abusarla sexualmente con una mano.
La víctima, desesperada, comenzó a gritar y llorar, diciéndole que la soltara. Luego el hombre la tomó de un brazo y la llevó a la puerta de ingreso, dejándola junto a sus compañeros de trabajo, y diciendo: “Acá está, ahora hagan ustedes lo que quieran”.

Finalmente, pudo ingresar al boliche nuevamente, reencontrarse con las amigas e irse a su casa, donde les contó lo sucedido a sus padres, que la llevaron a la fiscalía de Maipú a denunciar el hecho. Luego debió someterse al protocolo para abusos sexuales, debiendo contar repetidas veces la situación, y someterse a tratamientos invasivos.

Según la demanda, el abuso le cambio drásticamente la vida a la chica, que tuvo durante varios meses pesadillas relacionadas con el asunto, angustia y pánico, al punto de no poder salir de su casa. También tuvo que revivir el hecho cuando se hizo el juicio al patovica Calderón, momento en que volvió a tener pesadillas. Fuente: (Los Andes)

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