Holger Jureczko, portavoz de la Policía, contó a AFP que ahí comenzó el sueño alocado de este amor infantil. Anna Lena, de siete años y enamorada de Mika, acepta su oferta. Se irán a África a contraer matrimonio "porque allí hace calor" y además se llevarán un testigo para la boda, la pequeña Anna Bell, de 5 años.
Así, la mañana de Año Nuevo, mientras sus padres duermen, los niños preparan el equipaje, en el que meten anteojos de sol, juguetes de playa, ropa de verano y algunas provisiones y comienzan su viaje. Desde el domicilio en un barrio del norte de Hannover caminan un kilómetro hasta tomar un tranvía, que les deja, otros tres kilómetros después, en la Estación Central de Hannover, desde donde piensan tomar un colectivo hasta el aeropuerto.
Pero ahí acabó la odisea. En la estación, tres niños tan pequeños y sin adultos llaman la atención de los empleados del ferrocarril, que avisan a la Policía. Dos agentes hablan con los pequeños y les explican que sin dinero y sin pasajes de avión no pueden volar, así que es inútil ir hasta el aeropuerto. Mientras se ponen en contacto con los padres, la Policía los entretiene y les explica, como dijo el portavoz, "que ya tendrán tiempo para realizar su proyecto más tarde".